El sufrimiento es parte de tu vida. No importa cuánto cambies tu situación para no sufrir, en algún momento te alcanza. Lo importante es qué haces con el sufrimiento.
¿Y por qué sufres? Tu verdadera esencia es el amor. Si tu mente está llena de pensamientos de amor vas a estar en paz. Si por el contrario, el ego y los pensamientos de miedo llenan tu mente, vas a sufrir, ya sea estrés, ansiedad o cualquier otra emoción que surge del miedo.
El sufrimiento es una gran oportunidad para ver cuáles son esos pensamientos que te quitan la paz. Usualmente forman parte de tu mente inconsciente, así es que es necesario que juegues un poco a ser detective. Lo que has aprendido hasta ahora es a buscar afuera la fuente de tu sufrimiento. Fulano me dijo tal cosa, y me ofendió. O, Mengano me hizo o dejo de hacer tal cosa y me hizo daño.
Te invito a hacer algo totalmente diferente. Cuando estés sufriendo, no huyas del sufrimiento. Détente y dedica un tiempo a solas contigo para ver de dónde viene. Busca dentro de ti.
- ¿Qué estás sintiendo?
- ¿Qué te recuerda eso de tu niñez?
- ¿Qué persona de tu niñez asocias con ese sentimiento?
- Cuando logres identificar recuerdos similares en tu niñez ¿Qué decisiones tomaste sobre ti misma que ahora puedas estar viendo afuera y te estén haciendo sufrir?
Una vez puedas contestarte todas esas preguntas, anótalas en tu cuaderno para que se te facilite identificarlas en tu futuro. Date cuenta que quien está reaccionando es tu niño o niña interno, esa parte tuya herida desde la niñez que quiere ser sanada.
Date a ti misma mucho apoyo y amor. Cada vez que surja el pensamiento negativo que tienes repite que eso no es cierto y cámbialo a una afirmación positiva. Esta sanación interna es un proceso. Poco a poco te iras dando cuenta que ya no reaccionas a algo similar, con la misma intensidad de antes.
Lo importante es no mirar hacia afuera sino hacia adentro cada vez que algo te quite la paz. No le huyas al sufrimiento. Puede ser tu gran aliado en tu proceso de sanación.