Reiki y niños

Reiki es tan sencillo que se les puede enseñar a niños. Hace muchos años sintonice a la energía Reiki a mi sobrino nieto. En ese momento tendría como cinco años. Como me encantan los niños, había aprendido una forma sencilla y entretenida de enseñarles a su nivel. El curso se llama Reiki Kids.

Recuerdo que le dije que la intención era como el interruptor de la luz para que la energía Reiki comenzara a fluir por las manos. Piensas en Reiki, y la energía comienza a fluir por tus manitas, le dije. Tal vez, se te pongan calientes.

Al rato de terminar, su mamá lo vino a buscar. Los vi ya en el auto cuando de pronto oigo su vocecita en la puerta. Titi Yve, titi Yve, llamaba. Cuando le abrí la puerta, me dice, gritando de la emoción, “Esto funciona, pensé en Reiki y ahora tengo las manos bien calientes.” Y así de hermosa fue mi primera experiencia enseñándole a un niño.

A los años, cuando me mudé a la Florida, tuve mis clases con grupos de niños desde los cinco hasta los doce años. Recuerdo que el anuncio decía de nueve a doce cuando recibo la llamada de una mamá que me dijo que su niña de cinco años quería tomar la clase. Luego de reflexionar, decidí que si ella estaba suficientemente interesada como para pedirle a su mamá que me llamara, era porque estaba lista. De más está decirles, que fue la que más preguntó y participó en la clase.

Tuve el honor de sintonizar a mis cuatro nietos a Reiki. La inocencia de los niños hace que todas estas cosas les sean bien naturales.

Hace un año me mudé a California en medio de la pandemia. Aún no he comenzado a dar mis clases. Quién sabe si un día de estos me sacudo y comienzo de nuevo. Mientras tanto, me hace muy feliz escribir sobre mis experiencias.

Reiki y el parto, experiencia maravillosa

¿A quién le gustaría dar a luz sin sentir dolores horribles? A mí me hubiera encantado, pero cuando tuve a mis hijos no sabía que Reiki existía.

Cuando me fui a la Universidad de Derecho de Georgetown, en Washington D.C. a estudiar una maestría en Derecho Internacional, estuve fuera de Puerto Rico por un tiempo.

Cuando regresé, no sabía que mi amiga, Carmen, estaba embarazada. Como las cosas suceden cuando tienen que suceder, cerré la puerta de mi apartamento con las llaves adentro. Mi amiga, Margarita, que tenía llaves, no llegaba hasta por la noche. Como tenía las llaves del carro en mi bolsillo, me fui a visitar a la suegra de mi hermana, que vivía cerca. Para mi sorpresa, su vecina inmediata, y sobrina, Carmen, estaba dando a luz en su casa con unas parteras.

Cuando Carmen vio mi carro por la ventana pidió que yo fuera a verla. Estando a su lado, una voz interior me dijo, ponle las manos en la barriga. Le pregunté a Carmen si sabía lo que era Reiki y me dijo que no, pero que ella confiaba totalmente en mí, que hiciera lo que quisiera.

Nunca antes yo había dado Reiki en un parto, pero decidí seguir mi intuición. Siguiendo mi voz interior, le puse las manos en el vientre bajo. Como a los cinco minutos me dijo, “Oye Yve, ya no siento dolor donde tienes las manos, solo los músculos contrayéndose.” Me fui en pánico. Pensé que le había paralizado el parto y no sabía cómo volverlo a activar. Lo comenté a las parteras que me dijeron, que ese parto no lo paraba nadie, que siguiera con el Reiki.

Regresé donde Carmen y le pregunté donde le dolía. Me dijo que arriba de donde le había quitado el dolor anterior y ahí le puse las manos.

Para hacer el cuento largo corto, estuve todo el parto dándole Reiki y ella sin dolor, solo sentía los músculos contrayéndose. Por fin nació su bebé, y fue la experiencia más maravillosa que he tenido dando Reiki. Carmen estaba tan impresionada que cuando me inicié como maestra de Reiki, ella fue mi segunda alumna.

¿Y cómo llegue al segundo nivel de Reiki?

(Éste es una continuación del blog anterior)

Pasaron unos años desde mi iniciación al Reiki I. Iba para Nueva York con unas amistades a tomar unos cursos. Cuando fui a despedirme de mis padres, noté que mi papá tenía lo que parecía como una bola de golf arriba del codo. Pregunté, y me dijo mi mamá que el doctor había tratado todo y la próxima semana lo iban a operar. Les dije que yo hacía una cosa que se llamaba Reiki y podía ponerle las manos para ver si podía ayudarlo. Mi papá pensó que yo estaba loca, pero mi mamá insistió que me dejara ponerlas cinco minutos. Le puse las manos en “la bola” por cinco minutos, me despedí y me fui para Nueva York.

Cuando llegué al hotel, había un mensaje de que llamara a mi mamá. Me asusté pues pensé que había pasado algo terrible. Cuando le hablé, me dijo, “Todo está bien, es para dejarte saber que la bola se desapareció del brazo de tu papá. Ya no hay que operarlo.”

Yo misma me quedé sorprendida. Tan rápido, ¿pensé? Existe un propósito para todo en la vida. No siempre los tratamientos funcionan tan rápidamente. Todo depende del tiempo que la condición ha existido, las lecciones que la persona necesita aprender, etc.  Lo importante es que no tienes que creer en Reiki. Tienes que querer sanar pues Reiki no viola el libre albedrio.

El propósito para mí, era que creyera lo que no podía ver con mis ojos. Desde esa segunda experiencia, no tengo la menor duda que esa energía milagrosa existe y que de alguna forma que no entiendo entra por mi cabeza y sale por mis manos para ayudarme a mí y a otros.

Cuando regresé de Nueva York, mi papá me dijo que quería pagarme el segundo nivel de Reiki. Que alegría me dio. Enseguida comencé a buscar una maestra de Reiki, cuando me enteré que la maestra de Reiki que me inició en el primer nivel estaba de regreso en Puerto Rico. La llamé, y el resto es historia.

Reiki, energía inteligente universal

Cuando pienso en algo suavemente poderoso, lo primero que se me viene a la mente es Reiki. Y tal vez pienses, ¿y qué es eso? La palabra Reiki viene de dos Kanjis o caracteres que se utilizan en la escritura japonesa para expresar conceptos. En este caso Rei significa sagrado, espíritu, alma, divino, y Ki significa energía. Yo le llamo la energía de Dios que habita en cada uno de nosotros y en todas partes.

Reiki es una terapia milenaria por imposición de manos que balancea el cuerpo físico, emocional y mental. Reiki no se aprende leyendo un libro. La habilidad de dar Reiki se pasa de un Maestro de Reiki a la persona que se está iniciando.  Esto se hace a través de una sintonización o iniciación. En la iniciación  los canales que tenemos en las manos se abren para que fluya a través de ellos la energía Reiki.  

Como todo lo relacionado con Reiki, la iniciación es un proceso suave y sagrado. Una vez te inicias al Reiki, es para toda la vida. Aunque no la hayas utilizado en años, la energía se activa con la mera intención. Entra por el chacra coronario y sale por las manos, las cuales se sienten calientes una vez comienza a fluir Reiki.

Contrario a otras terapias por imposición de manos, cuando haces Reiki no estás utilizando tu propia energía. Eres un canal, como lo es una manguera cuando comienza a salir agua. Por lo tanto, tu energía no se disminuye, ni atraes hacia ti las energías de la otra persona.

Reiki tiene tres niveles básicos. El primero nivel es por imposición de manos en ciertas posiciones del cuerpo. Se puede hacer a uno mismo, o a otra persona, animal o planta.

El segundo nivel, o Reiki II, es Reiki a distancia. Aquí se aprenden tres símbolos o kanjis japoneses que sirven diversos propósitos, entre ellos enviar Reiki a distancia, no importa donde se encuentre la persona.

El tercer nivel es el nivel de maestría que algunos maestros lo dividen en dos. Aquí el estudiante es sintonizado a otros símbolos que le permiten, a su vez, poder sintonizar a personas que quieran aprender esta técnica milenaria.

Mi experiencia con Reiki comenzó bastante al principio del comienzo de mi búsqueda espiritual. En esa época, yo estaba tan ávida de conocimiento que donde hubiera una clase de lo que fuera allí iba yo. Así tome el primer nivel de Reiki, por mera curiosidad.

No fue hasta meses después que estaba pasando por un momento difícil que decidí usar Reiki para tranquilizar mis emociones. Como abogada, en esa época yo necesitaba evidencia para creer las cosas. Fue como si mis guías de Reiki dijeran, ¿tú necesitas pruebas?, pues aquí va. Como a los 15 minutos de estar poniendo mis manos en mi cuerpo en las posiciones de Reiki, comencé a sentir una energía poderosa que iba en círculo desde mi cabeza a los pies y subía de los pies a la cabeza. Ni antes ni después he sentido la energía así de fuerte, pero eso me convenció de que algo estaba pasando. Desde ahí en adelante, comencé a darme tratamientos de Reiki.

En los próximos blogs, les seguiré contando mi experiencia y cómo fui iniciándome en los otros niveles hasta llegar al nivel de maestría.

Me estas privando…

Es interesante eso de vivir con otras personas. Si estamos alertas, aprendemos muchas cosas de nosotros mismos. Como he mencionado en otros blogs, siempre somos un espejo unos de otros.

Cuando yo era niña mi papá se pasaba acostado leyendo, y el ruido le molestaba. Como niños, mis hermanos y yo jugábamos y hacíamos ruidos con nuestras risas y gritos. Mi mamá venía corriendo, y nos decía que nos calláramos que estábamos molestando a mi papá. Después de escuchar eso tantas veces se imaginarán que uno de los pensamientos que se me grabaron en la mente es que molesto.

En nuestro caminar por la vida, una vez entendemos que lo que vemos afuera es, en realidad, una proyección de nuestro pensamiento en otra persona, las interacciones se vuelven lo más interesantes. Dejamos de culpar y comenzamos a buscar el pensamiento que estamos proyectando. Es como un juego de detectives.

Con eso en mente, les cuento mi última experiencia. Carla, mi nuera, trabaja desde la casa. Se pasa todo el día en la oficina. En muchas ocasiones me he ofrecido para ayudarla en algo. Por ejemplo, echar su ropa en la lavadora o fregar algún plato de ella. Siempre me contestaba, no gracias. Yo lo hago después.

Luego de bastante tiempo escuchando eso decido hablar con ella y la conversación fue de lo más interesante. Le digo, ¿Carla, por qué nunca me permites ayudarte? ¿Es que no te gusta que otra gente toque tus cosas? No, me contesta ella. Es que yo pienso que molesto.

Aquí está dije yo. Mi pensamiento de que molesto, el cual yo pensé que ya había sanado, está reflejado ahí. Eso me demostró que aún queda dentro de mi inconsciente alguna raíz pequeña de mi propio pensamiento que tengo que sanar. Si podemos ver los intercambios de esa manera, vemos en dónde estamos en nuestro proceso de despertar en consciencia.

Pero la cosa no quedó ahí. Luego de pensar unos minutos sobre lo que Carla me dijo, le pregunté si ella no sentía felicidad cuando ayudaba a alguien y me dijo que sí. Entonces le contesté, pues me estas privando a mí de sentir esa felicidad cuando hago algo por ti.

Para ayudarnos mutuamente a elevar nuestra consciencia quedamos en que si me ofrecía a ayudarle en algo y ella se negaba le iba a decir como recordatorio: “Me estas privando.”

Los invito a ver los intercambios en la vida de esta forma. Es mucho más interesante y menos doloroso.

Hay que confiar en el Universo

Es interesante ver cómo la vida nos trae lo que necesitamos en el momento preciso. Luego de vivir en Florida por 14 años, sola y feliz desde que me adapté a que mi esposo había fallecido, mi hijo menor, Pedro, y su esposa, Carla, me sugirieron que vendiera mi casa y ellos vendían su apartamento. Luego, comprábamos algo apropiado para que ellos, mi nieta y yo viviéramos juntos.  Al principio, me quedé en shock. ¿Cómo iba a perder lo que identificaba como mi independencia? Un día pensaba que sí y otro cambiaba de opinión y decidía quedarme en mi casa.

Pedro y Carla vivían en Florida a cinco minutos de mi casa, cuando esto sucedió, y el mayor, Juan C.,  en el Sur de California desde hacían como 20 años. Así las cosas, y sin aún tomar una decisión, Pedro consiguió un trabajo en el Sur de California y todos se mudaban para allá.

Inmediatamente tomé la decisión de irme con ellos, pero puse unas condiciones de cómo tenía que estar distribuida la casa para yo sentirme que tenía mi área separada de la de ellos.

Por varios meses estuvimos buscando casa para alquilar y siempre había como diez personas antes que nosotros. Como Pedro tenía que estar en su trabajo decidimos arrancar con el camión de la mudanza y nuestros carros en la aventura de cinco días manejando a través de los Estados Unidos.

Decidimos que cuando llegáramos a California, nos quedaríamos en un Airbnb hasta conseguir casa, y ya en ese punto, sería la primera casa que encontráramos. Ya solo queríamos un techo y cuartos dónde dormir.

Una semana antes de emprender nuestra aventura nos llama una corredora de bienes raíces sobre una casa que habíamos solicitado pero ya habían alquilado. Nos dice que el contrato con el anterior se había caído y que era nuestra si la queríamos.

Inmediatamente dijimos que sí sin verla. Cuando llegamos y vimos la casa, era exactamente lo que necesitábamos y que Carla y yo habíamos estado visualizando. Lo primero que pensé cuando la vi fue, “¿por qué dudas si sabes que siempre se dan las cosas que necesitas en el momento perfecto”?

Ahora estamos juntos, pero cada cual tiene su espacio. La familia de mi hijo está en el segundo piso con tres cuartos y un desván, y yo con mi “suite” en el primero.

Si pudiéramos confiar 100% en algo superior a nosotros, llamémosle Dios, Inteligencia Suprema, como sea, que está constantemente dándonos lo que necesitamos, tendríamos muchísimo menos estrés en la vida. Como nuestros pensamientos son nuestros moldes, en este caso, fue la distribución de la casa que Carla y yo queríamos, es esencial estar pendientes de qué mensaje estamos enviando al Universo. El Universo siempre dice que sí. No analiza a ver si nos conviene o no. Eso nos toca a nosotros.

Salud ante todo

El secreto para un cuerpo saludable es una mente saludable, libre de vibraciones de miedo, estrés, pensamientos negativos reprimidos e inconscientes, emociones negativas, tales como coraje, resentimiento, juicios, etc.

 Para liberarte de todo eso y tener buena salud, eleva tu nivel vibratorio. Logras esto poniéndote en contacto con la energía más sutil que existe, la energía del amor. Esta energía comienza a limpiar esas energías negativas bloqueadas, que, si no se transmutan, se manifiestan en el cuerpo físico en forma de enfermedades.

Detrás de cada enfermedad, hay un pensamiento y una emoción reprimida. El pensamiento por lo general es inconsciente y la emoción a veces nos aterra. Pero si solo tratas la manifestación física y no su causa, entonces volverá a manifestarse en el futuro. Es por eso que es tan esencial ponerte en contacto con los pensamientos y las emociones.

Diferentes tipos de emociones tienen diferentes niveles vibratorios. Como he explicado en blogs anteriores, atraes a tu vida por la ley de atracción, aquello que eres, como vibras. Si tienes energías negativas suprimidas, atraerás enfermedades de energía similar. Lo que tienes que hacer es elevar tu vibración.

Por lo tanto, en vez de odiar o resentir la condición, envíale amor. Comienza por aceptarla y aprender la lección que tengas de ella. Una vez logres esto, al cambiar la energía, cambia la condición.

Si no estás saludable, es porque, a algún nivel, derivas un beneficio de ello. Si quieres tener buena salud, debes hacer un análisis muy profundo del beneficio que derivas. Este análisis puede ser:

  • Si aprendiste desde pequeño a recibir amor y atención cuando estabas enfermo;
  • Si es la forma que te permites descansar si llevas una vida demasiado agitada;
  • Si es una forma de controlar a otros.
  • En fin, pueden haber miles de razones por las cuales quieres estar enfermo inconscientemente.

Si quieres ser saludable, encuentra el beneficio, para que entiendas que la enfermedad no es necesaria. Que hay otras formas saludables de lograr lo mismo.

Joan Borysenko, Ph.D., en su libro Minding the Body, Mending the Mind, recomienda varias ideas necesarias para lograr la prosperidad en la salud:

  1. No puedes controlar las circunstancias externas de tu vida, pero si puedes controlar tus reacciones a ellas.
  2. Salud óptima es el producto tanto de factores físicos como mentales. Por lo tanto, ejercita tu cuerpo, come conscientemente y medita diariamente.
  3. Piensa en ti como saludable.
  4. Las cosas cambian. El cambio es lo único constante en la vida.
  5. Tus creencias son increíblemente poderosas.
  6. La única forma de escapar del estrés, el miedo y la duda es confrontándolos directamente y verlos como lo que son.
  7. Las emociones caen en dos categorías amplias, miedo, y amor.
  8. ¿Prefieres tener la razón, o prefieres experimentar paz?
  9. Acéptate cómo eres.
  10. Practica el perdón.
  11. Mantente abierto a las enseñanzas de la vida.
  12. Sé paciente.

¿Sabes dar y recibir?

Recientemente mencioné en otro blog que dar y recibir son lo mismo. Dado que una relación es un laboratorio perfecto para la curación, examinaré una forma en que se manifiesta este principio.

En todo momento, estás dando y recibiendo, incluso si no te das cuenta. Todo es energía y estás en constante intercambio de energía con otras personas.

Constantemente das y recibes a través del pensamiento. Crear conciencia de estos es tu responsabilidad. De esta manera, solo estarás dando pensamientos positivos y edificantes.

Es fundamental establecer un equilibrio entre dar y recibir en una relación, ya sea de pareja, amistad, familia, etc. Para establecer este equilibrio es fundamental sentir que eres digno de recibir.

Mientras esté abierto a recibir y dispuesto a dar, habrá un equilibrio en este intercambio energético. Es cuando te cierras a recibir o no puedes dar cuando creas un desequilibrio.

Este desequilibrio suele provocar resentimiento en quienes dan todo el tiempo sin sentir que están recibiendo o en quienes reciben sin sentir que están dando.

En las relaciones especiales que menciona Un curso de milagros, donde inconscientemente buscamos una relación para llenar algún vacío, el dicho de que los opuestos se atraen tiene su verdad. A menudo, alguien que no sabe cómo dar atraerá a alguien que necesita aprender a recibir y viceversa.

Anteriormente he dicho que lo que vemos afuera es un espejo de lo que tenemos adentro. Te recomiendo que dejes el juego de culpar y empieces a mirar dentro. Si la otra persona se queja de que no le das lo que necesita o no sabe cómo recibirlo, detente y escucha. Busca tus pensamientos que no te permiten dar o recibir. Si deseas elevar tu conciencia, ve a la otra persona como tu maestro y agradece que esté allí para enseñarte lo que necesitas aprender.

Como dar y recibir es lo mismo, empieza a dar lo que quieres recibir y verás como todo cambia. A medida que la energía regresa multiplicada al lugar de origen, no solo notarás la felicidad de dar, sino que en la medida en que des, recibirás.

Recibes amor dándolo. Pero recuerda que el verdadero dar es incondicional y no espera nada a cambio.