De jovencita, yo era antipática cuando estaba molesta. Usaba unos tonos y ponía unas caras, que cuando estaba en ese humor no había quien me soportara. Cuando estamos actuando desamorosamente estamos desconectados en nuestra mente de nuestra verdadera esencia que es amor. Es una forma que tenemos de decir, “me siento infeliz. Necesito amor.” El último principio: Todo lo que hacemos puede verse como que estamos extendiendo amor o pidiendo ayuda aplica aquí.
Usualmente, cuando alguien nos habla en un tono desagradable, reaccionamos igual y le contestamos, posiblemente, en una forma peor. Esta reacción es porque su comportamiento de desamor refleja el desamor que sentimos. Aquí volvemos a la teoría del espejo.
Yo tengo una amiga que nació sabia. Cuando me entraban esos arranques, y le hacía alguna malacrianza, en vez de contestármela para atrás, solía pensar, “Pobre Yve, hoy se tiene que sentir miserable.” Ella desde niña, vivía este principio. A otros nos toma más tiempo aprender a ponerlo en práctica. Pero, una vez lo logramos, inmediatamente cambian nuestras relaciones a unas de amor.
En vez de ver coraje y ataque, siempre puedes ver la conducta inadecuada como producto de alguien que está sufriendo porque no se siente amado y está pidiendo ayuda. Es la forma equivocada la persona de decir que necesita que lo amen. Si logras verlo así, puedes responder con amor y compasión. Eso le digo a mi nieta cuando me comenta que alguien en la escuela fue rudo o antipático: mientras más insoportable sea es una persona, más infeliz se siente en su interior.
Si alguien quiere herirte, es porque se siente herido. Inconscientemente esa persona desea tener compañía en su nivel. En vez de bajarte a su nivel, súbelo al tuyo dándole amor y compasión.
Una cita de Gandhi dice “Nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no se la puede dar a los demás”.