¿Y cómo llegue al segundo nivel de Reiki?

(Éste es una continuación del blog anterior)

Pasaron unos años desde mi iniciación al Reiki I. Iba para Nueva York con unas amistades a tomar unos cursos. Cuando fui a despedirme de mis padres, noté que mi papá tenía lo que parecía como una bola de golf arriba del codo. Pregunté, y me dijo mi mamá que el doctor había tratado todo y la próxima semana lo iban a operar. Les dije que yo hacía una cosa que se llamaba Reiki y podía ponerle las manos para ver si podía ayudarlo. Mi papá pensó que yo estaba loca, pero mi mamá insistió que me dejara ponerlas cinco minutos. Le puse las manos en “la bola” por cinco minutos, me despedí y me fui para Nueva York.

Cuando llegué al hotel, había un mensaje de que llamara a mi mamá. Me asusté pues pensé que había pasado algo terrible. Cuando le hablé, me dijo, “Todo está bien, es para dejarte saber que la bola se desapareció del brazo de tu papá. Ya no hay que operarlo.”

Yo misma me quedé sorprendida. Tan rápido, ¿pensé? Existe un propósito para todo en la vida. No siempre los tratamientos funcionan tan rápidamente. Todo depende del tiempo que la condición ha existido, las lecciones que la persona necesita aprender, etc.  Lo importante es que no tienes que creer en Reiki. Tienes que querer sanar pues Reiki no viola el libre albedrio.

El propósito para mí, era que creyera lo que no podía ver con mis ojos. Desde esa segunda experiencia, no tengo la menor duda que esa energía milagrosa existe y que de alguna forma que no entiendo entra por mi cabeza y sale por mis manos para ayudarme a mí y a otros.

Cuando regresé de Nueva York, mi papá me dijo que quería pagarme el segundo nivel de Reiki. Que alegría me dio. Enseguida comencé a buscar una maestra de Reiki, cuando me enteré que la maestra de Reiki que me inició en el primer nivel estaba de regreso en Puerto Rico. La llamé, y el resto es historia.

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