El sistema de pensamiento del ego, que es lo mismo que decir la mente errada, es el que nos rige en esta vida hasta que comencemos a despertarnos y darnos cuenta que solo nos lleva a la infelicidad.
Es un sistema muy lógico, tan lógico como el sistema de pensamientos del Espíritu Santo, del cual comentaré en otro blog. Sin embargo, ambos sistemas son mutuamente excluyentes. O estamos utilizando uno o el otro. No se mezclan.
Cómo les mencioné en otro blog, el Curso dice que en un momento dado el Hijo de Dios (que somos todos) pensó que estaba separado de Dios. Podemos comparar este pensamiento de separación con el pecado original.
¿Te acuerdas cuando eras niño y hacías algo que considerabas terrible? ¿Qué es lo primero que sentías? Yo me sentía culpable y pensaba, ahora sí que me van a castigar, y me daba miedo al pensar en el posible castigo que iba a llegar.
Pues imagínense el miedo que le dio al Hijo de Dios cuando pensó que se había separado de Él. Hablando en nuestro lenguaje, posiblemente pensó, ahora sí que Dios me va a llevar a la profundidad del infierno, pero si no me encuentra, no me puede castigar.
Así es que se escondió (o eso creyó) en el mundo físico. Cada vez el hijo de Dios se adentró más y más en la fisicalidad, hasta el punto que creyó alejarse suficiente. Sin embargo, el miedo de que si Dios lo encontraba el castigo venia de seguro nunca se le fue. Así cambió su percepción de un Dios amor a un Dios vengativo.
Para protegernos del sentimiento de culpa tan tremenda, nos inventamos una forma de ver las cosas dónde escondemos la culpa en la mente inconsciente. Una vez ahí, no la recordamos, y comenzamos a vivir como si no existiera. Ese sistema de pensamiento es lo que el Curso llama el sistema de pensamiento del ego.
¿Y qué es lo que hacemos cuando seguimos ese sistema? Negamos y proyectamos. Cuando acudimos al ego para que nos ayude (recordemos que el ego es una parte de nuestra mente), el ego nos dice: “Esto es bien fácil, ponla en tu inconsciente que allí no te vas a recordar que está. Pero cuando esa energía suprimida trate de salir a la superficie, cuando veas a alguien que te recuerda algo que no quieres aceptar dentro de ti, lo proyectas en esa persona y piensa que esa persona es la culpable y no tú, y entonces, atácalos por lo que “aparentemente” hicieron. Esto se convierte en un ciclo de culpa y ataque.”
Esto lo hemos hecho todos. En el próximo blog explicaré que hacemos después que le echamos la culpa al otro. Mientras tanto, tienes tiempo para pensar sobre todo esto.