Es interesante eso de vivir con otras personas. Si estamos alertas, aprendemos muchas cosas de nosotros mismos. Como he mencionado en otros blogs, siempre somos un espejo unos de otros.
Cuando yo era niña mi papá se pasaba acostado leyendo, y el ruido le molestaba. Como niños, mis hermanos y yo jugábamos y hacíamos ruidos con nuestras risas y gritos. Mi mamá venía corriendo, y nos decía que nos calláramos que estábamos molestando a mi papá. Después de escuchar eso tantas veces se imaginarán que uno de los pensamientos que se me grabaron en la mente es que molesto.
En nuestro caminar por la vida, una vez entendemos que lo que vemos afuera es, en realidad, una proyección de nuestro pensamiento en otra persona, las interacciones se vuelven lo más interesantes. Dejamos de culpar y comenzamos a buscar el pensamiento que estamos proyectando. Es como un juego de detectives.
Con eso en mente, les cuento mi última experiencia. Carla, mi nuera, trabaja desde la casa. Se pasa todo el día en la oficina. En muchas ocasiones me he ofrecido para ayudarla en algo. Por ejemplo, echar su ropa en la lavadora o fregar algún plato de ella. Siempre me contestaba, no gracias. Yo lo hago después.
Luego de bastante tiempo escuchando eso decido hablar con ella y la conversación fue de lo más interesante. Le digo, ¿Carla, por qué nunca me permites ayudarte? ¿Es que no te gusta que otra gente toque tus cosas? No, me contesta ella. Es que yo pienso que molesto.
Aquí está dije yo. Mi pensamiento de que molesto, el cual yo pensé que ya había sanado, está reflejado ahí. Eso me demostró que aún queda dentro de mi inconsciente alguna raíz pequeña de mi propio pensamiento que tengo que sanar. Si podemos ver los intercambios de esa manera, vemos en dónde estamos en nuestro proceso de despertar en consciencia.
Pero la cosa no quedó ahí. Luego de pensar unos minutos sobre lo que Carla me dijo, le pregunté si ella no sentía felicidad cuando ayudaba a alguien y me dijo que sí. Entonces le contesté, pues me estas privando a mí de sentir esa felicidad cuando hago algo por ti.
Para ayudarnos mutuamente a elevar nuestra consciencia quedamos en que si me ofrecía a ayudarle en algo y ella se negaba le iba a decir como recordatorio: “Me estas privando.”
Los invito a ver los intercambios en la vida de esta forma. Es mucho más interesante y menos doloroso.