Si quieres tener un día positivo, créalo

Cuando me acuesto en la noche dedico un tiempo a examinar mi día. Con mucha tranquilidad traigo a mi mente todas las cosas buenas que atraje a mi vida ese día. Luego de analizarlas, agradezco el haberlas vivido. La energía del agradecimiento atrae cosas de energía similar.

Una vez termino con todo lo positivo, comienzo a pensar en lo que no me agradó o no me hizo feliz. Aquí es que comienza mi análisis.

  • Primeramente, reconozco que todo surgió de mí. Nada ni nadie es culpable.
  • Luego me detengo con cada experiencia y busco en mi interior cuál sería mi lección.
  • Para tener claridad, acudo a mi Espíritu Santo o Ser Superior para que me ayude a ver las cosas con claridad.
  • Algunas de las lecciones pueden ser paciencia, compasión, tolerancia.
  • Una vez tengo claridad sobre la razón de esa experiencia en mi vida, la dejo ir luego de agradecer la lección. No la guardo en mi mente para luego estar sufriendo de nuevo esta vez por no soltar.

En la mañana siguiente, antes de levantarme, planifico en  mi mente el día que quiero tener. Aquí utilizo toda mi imaginación.

  • Si tengo cosas específicas que hacer, pienso en cada una individualmente. Me visualizo haciéndola y traigo a mi corazón la gran dicha que me produce esa actividad.
  • Pienso en todos los detalles y me deleito en mi mente. No permito que nada negativo entre a mi mente.
  • Después que he hecho lo mismo con cada cosa que quiero hacer ese día, me levanto y así comienzo mi día.

Yo creo el día que quiero. Y si no lo logro hoy, será mañana. Tú también tienes ese poder.

 

¿Ya llegamos?

A veces me gustaría poder mirar por un hueco cómo mis abuelos criaron a mi papá. ¿Qué le exigían, qué cosas le decían, cómo lo castigaban, etc.? Para bien o para mal, todos repetimos lo que aprendimos. Los nuevos padres no tienen un manual de instrucciones de cómo criar a sus hijos y así se repiten las costumbres.

Cuando comencé la escuela, las lecciones se me hacían fácil. En aquella época, en Puerto Rico, que tiene el sistema americano, si sacabas de 90 a 100 tenías A. Mi hermana se ríe y dice que si yo sacaba 98 en un examen, lloraba. Yo no recuerdo lo de llorar, pero sí recuerdo que cuando venía con el 98, mi papá me preguntaba por qué no había sacado 100.

Esa simple pregunta me llevó a pensar que tenía que ser perfecta para que me quisieran o para que tuviera valor. Durante toda mi vida me exigí demasiado, cosa que me causaba mucho estrés. Otras veces, no intentaba o no hacía algo por miedo a fracasar.

No fue hasta años después, cuando comencé en este camino de mi despertar espiritual, que pude entender y perdonar todo esto. Pude entender que mi papá quería lo mejor para mí y que, aunque errónea, esa era su forma de tratar de enseñarme. Sé que todo lo hizo por amor. Ahora les toca a mis hijos hacer una evaluación de mis errores, perdonarme y sanar su interior.

Recientemente, estuve hablando con una amiga sobre este tema, y me di cuenta que aún me quedan capas internas, bien escondidas en el inconsciente, sobre mi necesidad de perfección. Me falta por sanar esos pensamientos. Aunque mucho menos, aún me exijo demasiada perfección.

 

El despertar es un proceso.  El Espíritu Santo en nosotros, quien nos ayuda a despertar y a perdonar, nos lleva a ver las cosas en una forma que no nos aterre, suavemente, pero seguro.

Nuestra lección es aprender a estar alertas en todo momento de cómo nos sentimos pues la paz interior es el termómetro que nos indica si estamos en el camino correcto. Aún nos queda camino por andar para despertar totalmente.

Mucho éxito en tu caminar de despertar.

¿Que perdone a quién? ¿Estás loca?

Eso es lo que yo pensaba cuando alguien me decía que perdonara a alguien que me había hecho daño. El que piensa que otra persona le ha hecho daño por maldad es imposible que perdone.

Aquí es que entra el concepto del perdón de Un curso de milagros. Como he mencionado en otros blogs, el Curso enseña que todo lo que ves afuera es una proyección de un pensamiento que tiene adentro.

Siempre recuerdo una frase de uno de mis maestros: “no hay nada allá afuera, siempre te estás hablando a ti misma”. Y tú dirás, ¿cómo que no? Yo veo gente y situaciones fuera de mí y reacciono a ellas.

Ese es el concepto que tienes que soltar para aprender a perdonar. Ya he mencionado anteriormente en otros blogs que todo es energía. La energía es electromagnética y atrae hacia sí energía de una vibración similar. Esos pensamiento que tienes en el inconsciente son energía. Si piensas que no vales suficiente, vas a atraer a tu vida personas y circunstancias que te reflejen ese pensamiento.

Cuando proyectas hacia afuera lo que piensas y sientes, y se lo tiras a otra persona, es una gran oportunidad que te da la vida de poder ver lo que tienes adentro escondido. Es mucho más fácil ver a paja en el ojo ajeno que en el propio.

Si logras cambiar la forma en que veías las cosas y te sales del rol de víctima, y comienzas a ver cualquier situación o persona fuera de ti como tu maestro, que te está enseñando tus pensamientos internos. En ese caso, te darás cuenta que al perdonar al otro te estas perdonando a ti.

El perdón, entonces se puede resumir en 3 pasos:

  1. Reconocer que el problema no está fuera de ti. Con este paso, reconoces que no tienes que esperar que el otro cambie para ser feliz o estar en paz. La que tiene que cambiar sus pensamientos eres tú.
  2. Luego viene la parte más difícil que es lidiar con el sentimiento de culpa que produce el pensar que voluntariamente nos separamos de Dios. Esa culpa viene del miedo que nos da pensar en el castigo que Dios nos va a dar si nos encuentra. Por eso nos escondimos en el ego. Pero Dios es Amor y solo quiere Amor para nosotros. Ahí es que entra el Espíritu Santo, esa parte de nuestra mente que sabe que la separación nunca existió, excepto en nuestra mente equivocada.

En este segundo paso, le dices al Espíritu Santo en ti, ya no quiero sentirme culpable.

  1. Aquí le entregas tus sentimientos de miedo y de culpa al Espíritu Santo y le dices, ayúdame a ver las cosas de forma diferente y te aseguro que lo hará.

El perdón es poder mirar más allá de un ataque y lograr verlo como un pedido de ayuda. No puede haber excepciones. Ni el de afuera es culpable, ni tu tampoco. Esa es la visión de Cristo.

Lo anterior es un proceso. No es apretar un botón y ya. Lo importante es que lo hagas parte de ti para que no desaproveches oportunidades de sanación y perdón.

¿Te cansaste de sufrir?

Un curso de milagros nos da una forma de dejar atrás nuestros dramas, los cuales surgen de estar inmersos en el sistema de pensamientos del ego. Este sistema lo expliqué en un blog anterior.

La forma que nos da el Curso para dejar de sufrir es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo. Ya he mencionado en muchas ocasiones anteriores que para el Curso solo existen dos emociones: el amor y el miedo y que cuando estamos en el miedo, que se refleja en culpa, estamos en el ego. Por el contrario, cuando estamos en amor estamos con el Espíritu Santo.

Voy a explicar esto con ejemplos.

Imagínate que has estado tratando de perder peso y no has rebajado ni una libra. Estas caminando por la calle, y te encuentras con una amiga que te dice lo gorda que estás. Puedes reaccionar de dos formas, ambas de las cuales surgen del sistema de pensamiento del ego, o culpa que es una de las expresiones del miedo:

  • Te molestas y le dices lo fea que le queda la ropa que tiene. Respondes así pues en tu mente, piensas que eres gorda. Cuando lo proyectas afuera, y alguien te lo refleja diciéndotelo, le echas la culpa por cómo te sientes y atacas para atrás. Este comportamiento te va a mantener en el ego sintiéndote mal. O,
  • Comienzas a llorar, sintiéndote víctima, y le dices que te hirió, que es muy cruel. Aquí la haces sentir culpable, que no es otra cosa que una proyección de la culpa que tienes adentro por haber sido cruel en otro momento. Este comportamiento también te mantiene en el ego sintiéndote mal.

El Curso dice que existe otra forma de reaccionar, que es con el Espíritu Santo. Solo existen dos emociones, o estás en amor o en el ego. Una excluye la otra. No se puede estar en ambas a la vez.

Nadie que está lleno de amor ataca a otra persona, pues todo lo que puede ver y sentir es amor. El Curso enseña que una persona está o dando amor o pidiendo amor. Si ves a alguien que está actuando desde el ego e inmediatamente piensas que esa persona no es feliz y esa es la forma que tiene para pedir amor, vas a sentir compasión en vez de coraje. Si sientes compasión, la vas a tratar con amor. Siempre le digo a mi nieta, mientras más insoportable o cruel es una persona, mas está sufriendo en su interior.

Esta forma de ver las cosas es el sistema de pensamiento del Espíritu Santo.

Ahora voy a cambiar la escena anterior:

  • Estas caminando, y cuando te dicen gorda, inmediatamente piensas, esa persona debe sentirse muy mal y por eso está siendo desamorosa. Déjame darle amor.
  • Inmediatamente le pides al Espíritu Santo qué debes hacer para darle amor. Y cuando sientas la contestación, eso es lo que vas a hacer.
  • Te vas a sentir muy bien y la otra persona también porque recibe el amor que necesita y ni siquiera sabía que necesitaba.

Ese momento, donde logras cambiar la forma de ver las cosas del ego al amor, es el instante santo del Curso y es lo que resulta en el perdón.

Aunque el proceso parece sencillo, llevarlo a cabo toma mucho tiempo. Tenemos tanto sentimiento de culpa en el inconsciente que sacarlo todo de momento daría terror. Por eso la vida nos presenta muchas oportunidades para hacerlo poco a poco. Así es que ten mucha paciencia y da amor siempre que se te presente la oportunidad. Serás mucho más feliz.

Un curso de milagros y la relación santa

En el blog anterior, expliqué lo que es una relación especial. Una relación especial se convierte en una relación santa en lo que el Curso llama el instante santo.

Según lo explica Kenneth Wapnick en su Glosario-Índice de Un Curso de milagros, el instante santo es el intervalo de tiempo en el cual escogemos el perdón en vez de la culpa..; es una expresión de nuestra pequeña disponibilidad a vivir en el presente…

Como mencioné en el blog de la relación especial, en este tipo de relación, que es la que estamos acostumbrados a vivir, mientras el otro actúe como esperamos, estamos felices. Cuando cambia, estamos infelices y comenzamos a culparlos de nuestra infelicidad.

Cuando aprendes a ver las cosas de forma diferente y entiendes la diferencia de estar en el ego o en el Espíritu Santo, estar en el miedo o en el amor, comienzas a ver la relación con otros ojos y con otro propósito.

Mi termómetro para saber si estoy o no en el ego es mi paz interior. Aprendí a estar bien atenta a mi sentir. Tan pronto me doy cuenta que no estoy en paz, me detengo. Reconozco que hay algún pensamiento mío que me la está quitando (o sea, no le echo la culpa a nadie). El próximo paso que doy es que le entrego todo al Espíritu Santo, que es esa parte en mí que sabe que está conectada a Dios.

Cuando estás en una relación y ya sabes que en esencia, todos somos Uno, la otra persona está en tu vida para ayudarte a sanar y elevar tu consciencia. Cualquier situación que surja que les quite la paz les muestra las áreas inconscientes que tienen que sanar. Dicho de otra forma, cada cual es el espejo del inconsciente del otro.

En la relación santa, dejas de ver a la otra persona como alguien que tiene la obligación de llenar tus vacíos e inseguridades.  Ambos comienzan a verla como aliados en sus mutuos caminos de despertar.

Aunque surgirán situaciones donde uno le sacará al otro coraje y miedos inconscientes, ambos reconocen que ese es el propósito principal de estar juntos. Respiran profundamente para regresar a la paz, se lo entregan al Espíritu Santo para que los ayude a ver la situación desde el amor y no desde el miedo, y sin duda, lo hará. Una vez se da el perdón, que en última instancia es a nosotros mismos, ya que todo surge de nuestros propios pensamientos vistos afuera, viven otro instante santo.

La relación santa es la forma más gloriosa de vivir.

 

El ciclo de defensa y ataque

Kenneth Wapnick en su libro A Talk Given on a Course in Miracles menciona otro ciclo que se desprende del juego del ego. Me refiero al ciclo de defensa y ataque. Imagínate que fuiste bien hiriente con alguien. Eso te hizo sentir culpable, pero como no quieres aceptarlo, lo llevas a tu inconsciente y te convences de que lo hiciste por algo terrible que hizo esa persona. En otras palabras, le echas la culpa. Cómo fuiste bien hiriente, piensas que esa persona te va a atacar de alguna forma.

Por consiguiente, te pones a la defensiva y lo atacas con tu forma de hablarle. La persona, entonces, se siente atacada y para defenderse te ataca a ti. Así se crea el ciclo de defensa y ataque.

Este ciclo es así en este mundo que vivimos, el mundo del ego, desde las relaciones interpersonales hasta las relaciones entre países. Por eso es que hay tantas guerras y tanta violencia.

Desgraciadamente, mientras las personas piensen que “el otro” le hizo o le hará algo, continuará este ciclo de defensa y ataque. Nadie te hace nada. Tu reacción viene de tu interpretación de lo que viste fuera de ti. Por eso pueden haber tantas interpretaciones de una situación como personas hayan observándola.

Todo surge de tu mente, de tus percepciones adquiridas desde tu niñez, la mayoría de las cuales están escondidas en tu inconsciente. Para el que, como yo, cree en la reencarnación, ya viniste con esas percepciones para sanarlas y poder elevar tu consciencia.

Si ves algo fuera de ti que te molesta, pregúntate: ¿En qué forma lo que estoy viendo afuera refleja algo que no quiero ver sobre mí?

Pídele guía a tu Espíritu Santo para que te ayude a verlo. Observa bien como en el momento perfecto para ti, cuando estés listo para verlo de forma diferente, la respuesta te llegará.

Me estas privando…

Es interesante eso de vivir con otras personas. Si estamos alertas, aprendemos muchas cosas de nosotros mismos. Como he mencionado en otros blogs, siempre somos un espejo unos de otros.

Cuando yo era niña mi papá se pasaba acostado leyendo, y el ruido le molestaba. Como niños, mis hermanos y yo jugábamos y hacíamos ruidos con nuestras risas y gritos. Mi mamá venía corriendo, y nos decía que nos calláramos que estábamos molestando a mi papá. Después de escuchar eso tantas veces se imaginarán que uno de los pensamientos que se me grabaron en la mente es que molesto.

En nuestro caminar por la vida, una vez entendemos que lo que vemos afuera es, en realidad, una proyección de nuestro pensamiento en otra persona, las interacciones se vuelven lo más interesantes. Dejamos de culpar y comenzamos a buscar el pensamiento que estamos proyectando. Es como un juego de detectives.

Con eso en mente, les cuento mi última experiencia. Carla, mi nuera, trabaja desde la casa. Se pasa todo el día en la oficina. En muchas ocasiones me he ofrecido para ayudarla en algo. Por ejemplo, echar su ropa en la lavadora o fregar algún plato de ella. Siempre me contestaba, no gracias. Yo lo hago después.

Luego de bastante tiempo escuchando eso decido hablar con ella y la conversación fue de lo más interesante. Le digo, ¿Carla, por qué nunca me permites ayudarte? ¿Es que no te gusta que otra gente toque tus cosas? No, me contesta ella. Es que yo pienso que molesto.

Aquí está dije yo. Mi pensamiento de que molesto, el cual yo pensé que ya había sanado, está reflejado ahí. Eso me demostró que aún queda dentro de mi inconsciente alguna raíz pequeña de mi propio pensamiento que tengo que sanar. Si podemos ver los intercambios de esa manera, vemos en dónde estamos en nuestro proceso de despertar en consciencia.

Pero la cosa no quedó ahí. Luego de pensar unos minutos sobre lo que Carla me dijo, le pregunté si ella no sentía felicidad cuando ayudaba a alguien y me dijo que sí. Entonces le contesté, pues me estas privando a mí de sentir esa felicidad cuando hago algo por ti.

Para ayudarnos mutuamente a elevar nuestra consciencia quedamos en que si me ofrecía a ayudarle en algo y ella se negaba le iba a decir como recordatorio: “Me estas privando.”

Los invito a ver los intercambios en la vida de esta forma. Es mucho más interesante y menos doloroso.

Hay que confiar en el Universo

Es interesante ver cómo la vida nos trae lo que necesitamos en el momento preciso. Luego de vivir en Florida por 14 años, sola y feliz desde que me adapté a que mi esposo había fallecido, mi hijo menor, Pedro, y su esposa, Carla, me sugirieron que vendiera mi casa y ellos vendían su apartamento. Luego, comprábamos algo apropiado para que ellos, mi nieta y yo viviéramos juntos.  Al principio, me quedé en shock. ¿Cómo iba a perder lo que identificaba como mi independencia? Un día pensaba que sí y otro cambiaba de opinión y decidía quedarme en mi casa.

Pedro y Carla vivían en Florida a cinco minutos de mi casa, cuando esto sucedió, y el mayor, Juan C.,  en el Sur de California desde hacían como 20 años. Así las cosas, y sin aún tomar una decisión, Pedro consiguió un trabajo en el Sur de California y todos se mudaban para allá.

Inmediatamente tomé la decisión de irme con ellos, pero puse unas condiciones de cómo tenía que estar distribuida la casa para yo sentirme que tenía mi área separada de la de ellos.

Por varios meses estuvimos buscando casa para alquilar y siempre había como diez personas antes que nosotros. Como Pedro tenía que estar en su trabajo decidimos arrancar con el camión de la mudanza y nuestros carros en la aventura de cinco días manejando a través de los Estados Unidos.

Decidimos que cuando llegáramos a California, nos quedaríamos en un Airbnb hasta conseguir casa, y ya en ese punto, sería la primera casa que encontráramos. Ya solo queríamos un techo y cuartos dónde dormir.

Una semana antes de emprender nuestra aventura nos llama una corredora de bienes raíces sobre una casa que habíamos solicitado pero ya habían alquilado. Nos dice que el contrato con el anterior se había caído y que era nuestra si la queríamos.

Inmediatamente dijimos que sí sin verla. Cuando llegamos y vimos la casa, era exactamente lo que necesitábamos y que Carla y yo habíamos estado visualizando. Lo primero que pensé cuando la vi fue, “¿por qué dudas si sabes que siempre se dan las cosas que necesitas en el momento perfecto”?

Ahora estamos juntos, pero cada cual tiene su espacio. La familia de mi hijo está en el segundo piso con tres cuartos y un desván, y yo con mi “suite” en el primero.

Si pudiéramos confiar 100% en algo superior a nosotros, llamémosle Dios, Inteligencia Suprema, como sea, que está constantemente dándonos lo que necesitamos, tendríamos muchísimo menos estrés en la vida. Como nuestros pensamientos son nuestros moldes, en este caso, fue la distribución de la casa que Carla y yo queríamos, es esencial estar pendientes de qué mensaje estamos enviando al Universo. El Universo siempre dice que sí. No analiza a ver si nos conviene o no. Eso nos toca a nosotros.

Salud ante todo

El secreto para un cuerpo saludable es una mente saludable, libre de vibraciones de miedo, estrés, pensamientos negativos reprimidos e inconscientes, emociones negativas, tales como coraje, resentimiento, juicios, etc.

 Para liberarte de todo eso y tener buena salud, eleva tu nivel vibratorio. Logras esto poniéndote en contacto con la energía más sutil que existe, la energía del amor. Esta energía comienza a limpiar esas energías negativas bloqueadas, que, si no se transmutan, se manifiestan en el cuerpo físico en forma de enfermedades.

Detrás de cada enfermedad, hay un pensamiento y una emoción reprimida. El pensamiento por lo general es inconsciente y la emoción a veces nos aterra. Pero si solo tratas la manifestación física y no su causa, entonces volverá a manifestarse en el futuro. Es por eso que es tan esencial ponerte en contacto con los pensamientos y las emociones.

Diferentes tipos de emociones tienen diferentes niveles vibratorios. Como he explicado en blogs anteriores, atraes a tu vida por la ley de atracción, aquello que eres, como vibras. Si tienes energías negativas suprimidas, atraerás enfermedades de energía similar. Lo que tienes que hacer es elevar tu vibración.

Por lo tanto, en vez de odiar o resentir la condición, envíale amor. Comienza por aceptarla y aprender la lección que tengas de ella. Una vez logres esto, al cambiar la energía, cambia la condición.

Si no estás saludable, es porque, a algún nivel, derivas un beneficio de ello. Si quieres tener buena salud, debes hacer un análisis muy profundo del beneficio que derivas. Este análisis puede ser:

  • Si aprendiste desde pequeño a recibir amor y atención cuando estabas enfermo;
  • Si es la forma que te permites descansar si llevas una vida demasiado agitada;
  • Si es una forma de controlar a otros.
  • En fin, pueden haber miles de razones por las cuales quieres estar enfermo inconscientemente.

Si quieres ser saludable, encuentra el beneficio, para que entiendas que la enfermedad no es necesaria. Que hay otras formas saludables de lograr lo mismo.

Joan Borysenko, Ph.D., en su libro Minding the Body, Mending the Mind, recomienda varias ideas necesarias para lograr la prosperidad en la salud:

  1. No puedes controlar las circunstancias externas de tu vida, pero si puedes controlar tus reacciones a ellas.
  2. Salud óptima es el producto tanto de factores físicos como mentales. Por lo tanto, ejercita tu cuerpo, come conscientemente y medita diariamente.
  3. Piensa en ti como saludable.
  4. Las cosas cambian. El cambio es lo único constante en la vida.
  5. Tus creencias son increíblemente poderosas.
  6. La única forma de escapar del estrés, el miedo y la duda es confrontándolos directamente y verlos como lo que son.
  7. Las emociones caen en dos categorías amplias, miedo, y amor.
  8. ¿Prefieres tener la razón, o prefieres experimentar paz?
  9. Acéptate cómo eres.
  10. Practica el perdón.
  11. Mantente abierto a las enseñanzas de la vida.
  12. Sé paciente.

¿Sabes dar y recibir?

Recientemente mencioné en otro blog que dar y recibir son lo mismo. Dado que una relación es un laboratorio perfecto para la curación, examinaré una forma en que se manifiesta este principio.

En todo momento, estás dando y recibiendo, incluso si no te das cuenta. Todo es energía y estás en constante intercambio de energía con otras personas.

Constantemente das y recibes a través del pensamiento. Crear conciencia de estos es tu responsabilidad. De esta manera, solo estarás dando pensamientos positivos y edificantes.

Es fundamental establecer un equilibrio entre dar y recibir en una relación, ya sea de pareja, amistad, familia, etc. Para establecer este equilibrio es fundamental sentir que eres digno de recibir.

Mientras esté abierto a recibir y dispuesto a dar, habrá un equilibrio en este intercambio energético. Es cuando te cierras a recibir o no puedes dar cuando creas un desequilibrio.

Este desequilibrio suele provocar resentimiento en quienes dan todo el tiempo sin sentir que están recibiendo o en quienes reciben sin sentir que están dando.

En las relaciones especiales que menciona Un curso de milagros, donde inconscientemente buscamos una relación para llenar algún vacío, el dicho de que los opuestos se atraen tiene su verdad. A menudo, alguien que no sabe cómo dar atraerá a alguien que necesita aprender a recibir y viceversa.

Anteriormente he dicho que lo que vemos afuera es un espejo de lo que tenemos adentro. Te recomiendo que dejes el juego de culpar y empieces a mirar dentro. Si la otra persona se queja de que no le das lo que necesita o no sabe cómo recibirlo, detente y escucha. Busca tus pensamientos que no te permiten dar o recibir. Si deseas elevar tu conciencia, ve a la otra persona como tu maestro y agradece que esté allí para enseñarte lo que necesitas aprender.

Como dar y recibir es lo mismo, empieza a dar lo que quieres recibir y verás como todo cambia. A medida que la energía regresa multiplicada al lugar de origen, no solo notarás la felicidad de dar, sino que en la medida en que des, recibirás.

Recibes amor dándolo. Pero recuerda que el verdadero dar es incondicional y no espera nada a cambio.